En este espacio buscamos compartir con usted información y nuestras opiniones y comentarios de diferentes temas que creemos pueden ser de su interés

Ventanas Rotas

Publicado: el miércoles 14 de enero de 2015 | Por: Francisco

En este inicio de año creo que en vez de hablar sobre fijación de metas, para variar un poco, podemos hablar de nuestra forma de vivir día con día. Existe una teoría llamada de las ventanas rotas, de la cual me enteré gracias a un correo electrónico que recibí hace ya verios meses, que trata sobre el “contagio” de las conductas inmorales o inapropiadas que podría aplicar a muchas situaciones de nuestra realidad actual, por lo que resulta interesante conocerla. La teoría elaborada por James Wilson y Goerge Kelling tiene su origen en un experimento que realizó Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford en 1969 que consistió en lo siguiente:

Abandonó un coche en un barrio pobre, en el Bronx de Nueva York, con las placas de matrícula arrancadas y las puertas abiertas para estudiar qué ocurría. A los 10 minutos, empezaron a robar sus componentes. A los tres días no quedaba nada de valor. Luego empezaron a destrozarlo.

Abandonó otro coche en las mismas condiciones en un barrio rico de Palo Alto, California. No pasó nada. Durante una semana el coche siguió intacto. Entonces, el psicólogo dio martillazos a la carrocería y esto actuó como señal para los honrados ciudadanos de Palo Alto, porque a las pocas horas el coche estaba tan destrozado como el del Bronx.

Este experimento es el que dio lugar a la teoría de las ventanas rotas de Wilson y Kelling:

Si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. ¿Por qué? Porque la ventana rota envía un mensaje: Aquí no hay nadie que cuide de esto.

O consideren una banqueta. Se acumula algo de basura. Pronto, más basura se va acumulando. Eventualmente, la gente comienza a dejar bolsas de basura.

Los ayuntamientos conocen bien esta teoría. Cuando aparece un graffiti en una pared, si no se borra pronto, toda la pared y las de las casas próximas aparecen llenas de grafito.

El mensaje es claro: Una vez que se empiezan a desobedecer las normas que mantienen el orden en una comunidad, tanto el orden como la comunidad empiezan a deteriorarse, a menudo a una velocidad sorprendente. Las conductas incivilizadas se contagian.

Lo interesante de esto es que esto aplica no solo en las condiciones de nuestras ciudades, sino en las condiciones de nuestras relaciones y de nuestra vida misma.

Cuando rompemos “un poco” nuestra dieta o nuestro régimen de ejercicio es muy probable que se cree una inercia negativa.

Cuando decimos “mentiras piadosas” es muy probable que se nos forme el hábito de mentir para salir de los problemas y para mantener nuestras mentiras anteriores.

Cuando tolero la irresponsabilidad una vez, es muy probable que esta conducta se repita una y otra vez.

Y así en diferentes situaciones y aspectos de nuestras vidas.

El problema está en que tenemos que luchar contra nosotros mismos y contra los demás. Estamos expuestos a nuestra propia debilidad y a que si realizamos una acción indebida, ésta probablemente contagiará nuestras demás acciones.

“Ya no fui al gimnasio hoy, entonces ni para qué hago mi dieta. Mejor empiezo la próxima semana.”

“Uff que bueno que se creyó mi jefe la historia que le inventé. Tengo que ir teniendo otra lista para la próxima”

Pero además, aún si evitamos esto, estamos expuestos a que si alguien con quien convivimos actúa indebidamente podemos contagiarnos también de sus conductas.

“Mi amigo se ahorró la multa con el dinero que le dio al policía, a la próxima yo haré lo mismo”

Lo importante es que hagamos conciencia de las ventanas rotas en nuestras vidas y empezar a tomar las acciones necesarias para repararlas antes de que sea demasiado tarde y que la inercia o contagio terminen por romper “nuestras demás ventanas”.

Saludos y un excelente eñe nuevo!

Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial

Gratitud

Publicado: el miércoles 3 de diciembre de 2014 | Por: Francisco

“No son las personas felices las que son agradecidas. Son las personas agradecidas las que son felices”

Ahora que este año está casi por terminar seguramente empieza a pasar por nuestra mente una serie de pensamientos como: ”que rápido se fue el año”, “voló el tiempo”, etc. De igual forma, puede empezar a generarse cierta melancolía tanto por el año que se va, como por las fechas que se acercan y que probablemente no podremos compartir con personas queridas, ya sea porque se nos adelantaron en el camino, porque están lejos, o simplemente porque no las hemos encontrado. Es posible también que tengamos sentimientos de frustración por aquello no obtenido.

Pero en lugar de darle a esta época, o a cualquier otra, ese tinte de melancolía o frustración, podemos cambiarle el enfoque y vivir la vida desde el enfoque de la gratitud.

Todos tenemos por qué agradecer a Dios o a la vida si es que no crees en un Dios. Tenemos que agradecer por tener una familia, o la capacidad que tenemos de formar una al menos, de tener amigos, o de la posibilidad de hacerlos, de tener salud o de la capacidad de mejorarla y la esperanza de recuperarla, de tener un trabajo o de la capacidad para conseguirlo o generarlo, de tener la curiosidad para aprender, tener la oportunidad de amar, y … esta lista podría continuar y continuar.

Por otra parte, tenemos mucho que agradecerle a otras personas. A nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, clientes, etc. Nadie ha llegado ser lo que es o a estar donde está por si solo. Muchos caemos en la arrogancia de creer que el éxito es nuestro nada más. Que nuestra capacidad y esfuerzo son los únicos ingredientes responsables de nuestros logros. Pero no hay nada más alejado de la realidad. Si nos ponemos a pensar un poco, nos daremos cuenta de que siempre tenemos algo que agradecer a alguien. A quien nos dio la vida, a quien nos cuidó y protegió cuando éramos indefensos, a quien nos atendió en la enfermedad, a quien nos amó, a quien nos mostró con el ejemplo la manera correcta de actuar, a quien nos educó, a quien nos transmitió conocimiento, a quien nos dio nuestra primera oportunidad, a quien confió en nosotros, a quien nos hizo ver que podíamos ser más  y mejores, a quien nos acompañó en momentos difíciles, a quien nos recomendó con otra persona, a quien nos retroalimentó para que mejoráramos,  y…  esta lista podría continuar y continuar.

El ser agradecido con la vida y con las personas, tiene un efecto sumamente positivo en nuestras vidas y genera un círculo virtuoso en ellas. Ser agradecido nos ayuda a eliminar la arrogancia de creer que nuestro éxito es solo nuestro y nos genera un sentido de humildad. Humildad que nos permite seguir creciendo como personas. Además nos genera energía ya que al agradecer nos damos cuenta que tenemos tanto que agradecer que nos sentimos afortunados y esto nos impulsa y nos pone en movimiento. Otro punto es que la depresión y el enojo no pueden contra la gratitud. En el momento que empezamos a agradecer , el enojo y la tristeza dejan de tener lugar en nuestras vidas.

Así que en este cierre de año, así como al inicio de cada año se fijan muchas metas, hagamos la costumbre de agradecer por todo lo recibido en el año y hagamos de la gratitud un hábito constante en nuestra vida. Cada día al amanecer, cada día antes de dormir, antes de los alimentos, al recibir una paga, al realizar un trabajo, al pasar un momento agradable con alguien, y… esta lista podría continuar y continuar.

Feliz cierre de año. Estoy seguro que estuvo lleno de cosas por las cuales hay que estar agradecido.

Gracias!

Francisco Duarte

Hábitos que nos impiden crecer (3 de 3)

Publicado: el miércoles 29 de octubre de 2014 | Por: Francisco

Con esta tercera y última parta terminamos…

15. Rechazar expresar arrepentimiento. Nuestra inhabilidad para hacernos responsables de nuestras acciones y decisiones, pero sobre todo de nuestros errores. Sufrimos para aceptar o reconocer que nuestros errores.

16. No escuchar. Sobre todo en los tiempos actuales este es un mal común. No escuchar atentamente es una falta de respeto que pareciera “pasiva” pero que es altamente ofensiva.

17. Fallar en expresar gratitud. Gracias es una de las palabras más fuertes cuando se dice, pero es más fuerte cuando no se dice. Una falta de educación básica, pero un desmotivador muy poderoso.

18. Castigar al mensajero. Es común “castigar” a quien transmite las malas noticias. Aún cuando lo haga con la mejor intención, es común que quien transmite el mensaje sea quien se lleve la mejor parte. Esto provocará que nos aislemos de la realidad.

19. Aventar la culpa. Relacionado con el rechazo a expresar arrepentimiento, esto nos lleva también a culpar a todos, o incluso a las circunstancias o al entorno, antes que aceptar la culpa de nuestros errores.

20. Una excesiva necesidad de ser “yo”. Pensar que nosotros somos el “modelo a seguir” y que nuestras faltas son más bien virtudes en nosotros y por lo mismo no reconocerlas y no estar dispuestos a cambiar. A fin de cuentas “así soy yo” y “así me funciona”.

21. La obsesión por las metas. Goldsmith señala un hábito adicional que se explica como muchas veces nos enfocamos tanto en las metas y en los logros que olvidamos vivir el aquí y el ahora que a fin de cuentas es el único lugar en donde podemos actuar, incluso para alcanzar nuestras metas. Es una especie de paradoja: enfocarnos en las metas nos impide alcanzarlas, ya que es en el presente en donde se actúa para alcanzarlas, sin embargo, ese presente es muchas veces descuidado. Y puede ser también que esa obsesión con las metas futuras un elemento que esté detrás de los demás hábitos mencionados.
Cuáles de estos hábitos tenemos? Imagina lo que es tratar con personas que tienen estos hábitos o lo que es tratar con nosotros si nosotros los tenemos. Qué efecto tendrá en esas relaciones ya sean profesionales o personales? Si somos un poco empáticos, la respuesta debe ser clara.

 

Saludos!

Francisco Duarte

Crece Coaching & Consulting Empresarial

Hábitos que nos impiden crecer (2 de 3)

Publicado: el martes 7 de octubre de 2014 | Por: Francisco

Continuación de los hábitos comentados en el blog anterior

7. Hablar cuando estamos enojados. Usar la autoridad o la volatilidad emocional para “manejar” o “dominar” a la gente usualmente no es buena estrategia. El infundir miedo puede servir en el corto plazo pero no para cultivar relaciones duraderas. Muchas veces es conveniente “guardarnos” el enojo.

8. Negatividad o “Déjame explicarte por qué eso no va a funcionar”. En ocasiones, así como nos gusta vernos inteligentes, aportamos argumentos que nadie nos pidió de por qué un proyecto o idea no va a funcionar. Una vez más, nosotros sabemos más.

9. Retener información. Como estamos en un entorno competitivo y nos gusta que nos vean como importantes nos gusta tener información que los demás no tienen para ser imprescindibles. Tener información exclusiva que no compartimos se convierte en una ventaja sobre los demás. Pero por cuanto tiempo?

10. Fracasar en dar reconocimiento apropiado. Para muchos de nosotros resulta mucho más difícil reconocer el trabajo bien hecho o el esfuerzo que regañar o llamar la atención por los errores. Es importante que lo bueno se reconozca incluso en mayor medida que lo malo.

11. Reclamar crédito no merecido. Pocas cosas demeritan más el trabajo de un jefe o colega, como el hecho de que “se cuelgue medallas” que no le corresponden o que haga “caravana con sombrero ajeno”. De igual forma, el sobre-estimar los logros alcanzados. Probablemente le valga halagos en el corto plazo pero…

12. Hacer excusas. “Así soy”. “Ya me conoces”. “El mercado está muy difícil”. Pueden ser algunas de las excusas utilizadas para justificar nuestro comportamiento o nuestros resultados. Estas excusas, más que ayudarnos, pueden dejarnos en evidencia.

13. Aferrarse al pasado. Culpar a hechos o personas de nuestro pasado de nuestro comportamiento y resultados actuales. O bien, utilizar el pasado como referencia para todo.

14. Jugar a los favoritos. Tratar injustamente a las personas y tener favoritos ya sea consciente o inconscientemente mermará nuestras relaciones. Muchas veces sin darnos cuenta tratamos mejor a quien “nos da por el lado”, es como nosotros, o sabe como llegarnos, en vez de tratar a las personas en función de su trabajo, esfuerzo y resultados.

Continúa… Saludos!

Hábitos que nos impiden crecer (1 de 3)

Publicado: el miércoles 10 de septiembre de 2014 | Por: Francisco

 

Marshall Goldsmith en su libro “Lo que te trajo aquí, no te llevará allá” menciona 20 hábitos que impiden a los ejecutivos seguir creciendo y creo que muchos de ellos aplican no solo al ámbito empresarial sino a todas las relaciones interpersonales que tenemos en nuestras vidas en sus diferentes ámbitos. Estos hábitos se presentan sobre todo en personas que consideran que están siendo exitosas, por lo cual el éxito actual, o la impresión de éste, puede convertirse en una trampa. En esta aportación y las siguientes dos comentaré cada uno de esos hábitos de manera breve.

Estos hábitos son:

 

1. Ganar demasiado. Esa necesidad de siempre ganar en cualquier situación, en cualquier asunto, incluso en aspectos que no son relevantes. Todos conocemos gente así o algunos somos personas así.

2. Agregar demasiado valor. La necesidad de siempre tener que aportar nuestro “conocimiento” a cualquier conversación de cualquier tema que se trate. Nosotros tenemos que saber del tema.

3. Juzgar. Medir a los demás o su desempeño con la “vara” de nuestros estándares asumiendo que nuestra forma de ver el mundo es la única correcta.

4. Hacer comentarios destructivos. El sarcasmo es el hobby de muchos de nosotros y lo disfrutamos porque nos hace sentir o ver inteligentes. La realidad es que ese sarcasmo es innecesarios y por lo general destructivo.

5. Iniciar con “No”, “Pero”, “Sin embargo”. Estas palabras son calificativos negativos que transmiten un mensaje a los demás de nosotros tener la razón o al menos que tenemos “más razón” o somos mejores.

6. Decir al mundo lo inteligentes que somos. Sentir la necesidad de demostrarle al mundo lo inteligentes que somos y que somos más inteligentes de lo que ellos piensan que somos. No nos importa tener la inteligencia para nosotros y para su uso, sino para presumirla ante los demás.

Continúa… Saludos!

 

 

Asignar nuestros recursos

Publicado: el miércoles 16 de julio de 2014 | Por: Francisco

En el mundo de las empresas es común escuchar el término “Planeación Estratégica” y en ocasiones se utiliza sin entender bien a lo que se refiere. En mi opinión, de una manera breve, este término se refiere al ejercicio que hace una empresa para definir qué objetivos perseguirá con los recursos limitados con que cuenta. Toda empresa tiene recursos limitados ya sean financieros, humanos, de mercado, de tiempo, etc. Y más que escribir sobre el tema empresarial de la planeación estratégica me gustaría hacer la analogía de este término aplicado al ámbito personal.

Así como las empresas definen los principales objetivos que persiguen y asignan los recursos limitados con que cuentan, nosotros debemos hacer lo mismo. Así como la teoría de negocios habla de una misión y una visión de la empresa, nosotros tenemos que tener claro lo que queremos lograr en nuestra vida.

Nuestros recursos también son limitados, especialmente el tiempo con el que contamos, y las energías que podemos utilizar para alcanzar nuestras metas, por lo que debemos asignar nuestros recursos en congruencia con lo que queremos lograr en la vida. Es decir, aplicarlos a lo que queremos lograr tomando en cuenta también nuestra situación actual y el camino que debemos recorrer para alcanzar cada uno de esos objetivos trazados. No siempre será la decisión correcta asignar todos nuestros recursos a algo que no vamos a lograr.

Difícilmente una persona podrá aspirar a ser deportista profesional en varias disciplinas a la vez que sea la persona que es el alma de todas las fiestas, el padre más dedicado a su familia, un empresario exitoso, se desarrolla en lo intelectual y espiritual a la vez que viaja por el mundo y aprende varios idiomas y también dedica buena parte de su tiempo a combatir la pobreza en el planeta y trabaja como voluntario para causas ecológicas. Al menos no de manera simultánea.

Una vez que definimos los objetivos y decidimos aplicar nuestros recursos a ellos es importante verificar que estemos viviendo de una manera congruente con ello y recordar que no podemos serlo todo (ni hacerlo todo) en nuestro paso por este mundo. Si queremos lograr o alcanzar algo realmente, lo más seguro es que esto signifique renunciar a muchas otras cosas.

Así que definamos que es lo que queremos lograr, para qué lo queremos lograr y hagamos conciencia de que hay que dedicar nuestros recursos a ello.

Nuestra meta en la vida es una familia feliz? Cuánto de tu tiempo y recursos dedicas a tu familia, esposa(o) e hijos?

Tu meta en la vida es formar un patrimonio para dejar a tus hijos? Tu dinero en que lo utilizas?

Tu meta es ser un profesional exitoso? Cuánto tiempo dedicas a tu desarrollo y capacitación?

 

Cada quien debe saber qué preguntas se debe hacer, empezando por preguntarse qué es lo que quiere lograr.

 

Saludos!

Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial

Conformismo o Perfeccionismo?

Publicado: el miércoles 11 de junio de 2014 | Por: Francisco

Qué crees que sea peor? Ser una persona conformista o una persona perfeccionista?

Antes de iniciar creo que es importante aclarar que no hay una regla que defina qué es una persona conformista o perfeccionista. Es algo que dependerá siempre de quien emite el juicio, así que cada quien tendrá su propia opinión al respecto de quien cae en uno u otro extremo.

Empecemos por comentar que se puede considerar una persona conformista. Una persona conformista es alguien que pudiera considerarse por algunos mediocre pero no necesariamente ella misma se considere de esa forma. Es una persona que no aspira a grandes cosas probablemente, pero tampoco las considera necesarias. El problema principal con una persona conformista se presenta cuando tiene un potencial desaprovechado ya que su conformismo le hace desaprovecharlo y sentirse “satisfecha” con su situación actual. Lo interesante o la clave sería saber en cada caso si esa “satisfacción” es real o es más bien un escudo para no esforzarse más, para evitar posibles fracasos, etc.

Por ejemplo, imaginemos a una persona que tiene un gran talento natural para jugar al futbol (A propósito del mundial que se acerca). Ese talento lo ha llevado a representar a sus escuelas e incluso llegó a ser un jugador profesional sin mucho esfuerzo gracias a su talento. Sin embargo, tiene la capacidad de desarrollarse más y podría incluso ser seleccionado para representar a su país. Su techo es todavía es muy alto pero prefiere “llevársela tranquilo” siendo un jugador de banca en su equipo actual lo cual le da un ingreso suficiente para él y su familia. Además, sin tanto esfuerzo puede convivir poco más con su familia y amigos, no requiere de entrenamientos tan pesados, lidiar con la prensa, etc. En otras palabras, está conforme.

Por otra parte,  una persona perfeccionista es alguien que nunca está conforme con lo que hace. Siempre lo quiere hacer perfecto y se esfuerza en lograrlo. El problema en este caso es que la perfección no existe. Un problema de una persona perfeccionista es que no diferencia entre lo perfecto y lo excelente. Lo excelente existe. Lo perfecto no. Esto le hace que invierta tiempo en exceso a cuestiones que ya no le reditúan, o incluso esto le hace que se paralice y que no actúe porque “no está listo”. En economía existe una ley llamada de “rendimientos decrecientes” que dice que el beneficio adicional obtenido por el esfuerzo realizado es cada vez menor y esto aplica a muchos aspectos. Por ejemplo, si tenemos mucha hambre, una hamburguesa o una pizza en ese momento nos genera un gran beneficio, pero la segunda ya no, incluso llegando al punto donde el beneficio es nulo.

Utilizando nuevamente el ejemplo del futbol pero en el otro extremo, imaginemos ahora a un jugador perfeccionista. Probablemente sea muy talentoso y a la vez perfeccionista. Esa búsqueda de la perfección lo hace practicar sus tiros, sus pases y remates una y otra vez pero no queda convencido y siempre cree que lo puede hacer mejor. Esto lo ha llevado a ser el mejor jugador de su escuela, sin embargo, cuando le comentaron que debiera ir a probarse con un equipo profesional, su respuesta fue que no estaba listo. Necesitaba mejorar sus habilidades antes de probarse. Así continuó y nunca jugó profesionalmente.

Los ejemplos probablemente son extremos y exagerados pero los podemos usar como analogía a diferentes situaciones que se presentan.  El trabajador que hace todo nomás para “salir del paso” y que por lo mismo nunca es considerado para un ascenso y el trabajador perfeccionista que se desvela “decorando” una presentación cuya “decoración” nadie valora ya que solo les importaban los números.  El conformista que es feliz porque disfruta de la vida, pero a un nivel limitado por su desempeño,  contra un perfeccionista que tiene un desempeño excelente (no perfecto) pero que nunca está contento y que además sacrifica el disfrutar de la vida.

Cuál es mejor? Cuál es peor? Cuál prefieres ser? Con cuál te identificas más?

Creo que cada quien tiene diferentes metas y ambiciones en la vida, pero creo también que los extremos siempre son malos. Lo importante es estar conscientes de estas situaciones para evitar caer en esos extremos. Y a fin de cuentas el éxito debe ser medido en base a nuestros resultados pero en función de nuestro potencial. No queramos hacer más de lo que podemos, ni desperdiciemos nuestros talentos y capacidades.

Saludos!

Francisco Duarte

Crece Coaching & Consulting Empresarial

 

 

Como te hablas a ti mismo?

Publicado: el miércoles 14 de mayo de 2014 | Por: Francisco

“En vez de enfocarte en por qué algo no puede hacerse, piensa como sí puede hacerse” – Jerry Bruckner

Nuestro “software” mental definitivamente juega un papel importante en nuestro desempeño en los diferentes aspectos de nuestra vida. En el libro “What to say when you Talk to yourself” (Qué decir cuando te hablas a ti mismo) de Shad Helmstetter, el autor discute el tema de cómo nos “auto-programamos” de acuerdo a lo que nos decimos a nosotros mismos.

Aunque puede ser un tema que cause escepticismo, la realidad es que aún sin estar convencidos con el hecho de que podemos reprogramarnos si nos hablamos de la manera correcta, es difícil que alguien argumente que con una forma de pensar negativa de nosotros mismos y de lo que nos sucede podemos alcanzar el éxito.

Nuestros resultados son generados por nuestras acciones y comportamiento, el cual a su vez es generado por nuestros sentimientos o emociones. No hacemos aquello que no “sentimos” ganas de hacer. Este sentir depende de las actitudes que nos hayamos formado sobre el tema que se trate y esa actitud es influenciada o determinada por nuestras creencias al respecto. Y esas creencias dependen ni más ni menos que de nuestra programación mental la cual hemos ido adquiriendo a través del tiempo.

Por ejemplo, si tenemos que hacer llamadas para vender un producto, con toda seguridad no obtendremos los resultados esperados si no las hacemos. Esto es obvio. Pero la pregunta es: Por qué no hacemos las llamadas? Probablemente no hacemos las llamadas porque “no nos gusta” hacerlo. No nos gusta vender y sentimos miedo al rechazo. Ese miedo al rechazo a su vez puede tener sus raíces en que nos formamos una actitud negativa respecto al tema de las ventas y al tener que ser rechazados.  Esa actitud negativa puede ser originada por la creencia de que el rechazo nos hace menos como personas y que el vender es algo molesto. Por qué podemos tener esa creencia? Por qué esa es la idea que se nos “programó” durante nuestra formación.

Cómo sería esa situación diferente si desde pequeños nos hubiéramos desenvuelto en un ambiente propicio a las ventas? Que tal si nuestros padres hubieran sido vendedores y que desde pequeños nos hayan inculcado que el vender es una forma de satisfacer necesidades de las otras personas y que el rechazo no es nada personal sino solo un requisito natural para alcanzar las metas? Seguramente nuestra programación sería diferente.

Lo interesante está en que aún cuando ya contemos con una programación actualmente, podemos cambiarla y sustituirla por una que no sea una limitante. Cómo? Hablándonos de manera positiva. En vez de decirnos “no puedo”, decirnos “sí puedo”. En vez de decirnos “no me gusta”, decirnos “sí me gusta”. Al final de cuentas, nuestro cerebro subconscientemente aceptará lo que le digamos.

Pasemos pues, del “No Puedo” al “Sí puedo” porque “Soy mejor” porque “Así es” mi realidad. Veámonos a nosotros mismos, y a nuestra realidad con un programa renovado.

Recuerda que todo se crea dos veces. Primero en la Mente, y luego en la Realidad.

 

Saludos!

Francisco Duarte

Crece Coaching & Consulting Empresarial

El Monasterio

Publicado: el miércoles 23 de abril de 2014 | Por: Francisco

Cuento extraído del Epílogo del Tomo 3 de Metamanagement, de F. Kofman

Esta historia se refiere a un monasterio que pasaba por tiempos difíciles.  Alguna vez floreciente, como resultado de olas de persecución antimonástica en los siglos XVII y XVIII, y el crecimiento del  secularismo en el XIX, todas las casas de la orden habían cerrado y había sido diezmada al punto de que sólo quedaban cinco monjes en la casa original: el abad y otros cuatro, todo ellos mayores de 70 años.  Claramente era una orden moribunda.

En el bosque que circundaba el monasterio, había una pequeña cabaña que el rabino de un pueblo cercano usaba ocasionalmente como ermita.  A través de sus muchos años de plegaria y contemplación, los viejos monjes habían desarrollado algunos poderes psíquicos, así que siempre podían sentir que el rabino estaba en su ermita.  “El rabino está en el bosque, el rabino están en el bosque otra vez” se susurraban el uno al otro.  Mientras se presagiaba la muerte inminente de su orden, se le ocurrió al abad en una de esas ocasiones visitar el santuario y pedirle al rabino si podría ofrecerle algún consejo que salvara al monasterio.

El rabino dio la bienvenida al abad.  Pero cuando este le explicó el propósito de su visita, el rabino sólo pudo comparecerse.   “Sé como es”, exclamó.  “El espíritu se ha retirado de la conciencia de la gente.  Es igual en mi pueblo.   Casi nadie viene ya a la sinagoga”.  Entonces el viejo abad y el viejo rabino lloraron juntos.  Luego leyeron partes de la Torá y hablaron calladamente de cosas profundas.  Finalmente, llego el momento en el  abad debía partir.  Se abrazaron.  “Ha sido hermoso encontrarnos después de todos estos años”, dijo el abad, “pero he fracasado en mi propósito de venir aquí.  ¿No hay nada que puedas decirme, ningún consejo que puedas darme que me ayude a salvar mi orden agonizante?”.

“No, lo siento”, respondió el rabino.  “No tengo ningún consejo para dar.  Lo único que puede decirte es que uno de vosotros es el Mesías”.

Cuando el abad retornó al monasterio, los monjes se juntaron a su alrededor y le preguntaron qué había dicho el rabino.

“No pudo ayudar”, contesto el abad.  “Simplemente lloramos y leímos la Torá juntos.  Lo único que dijo, justo cuando me estaba yendo, fue algo críptico: que el Mesías era uno de nosotros.  No sé que quiso decir con eso”.

En los días y semanas y meses siguientes, los viejos monjes reflexionaron sobre yeso y se preguntaron si las palabras del rabino podían tener algún significado.  “¿El Mesías es uno de nosotros?  ¿Estaba tal vez refiriéndose a uno de nosotros, los monjes que estamos aquí, en el monasterio?  Si ese fuera el caso, ¿cuál de nosotros?  ¿Supones tú que se refería al abad?  Sí, seguramente.  El había sido nuestro líder por más de una generación.   Por otro lado, podría haberse estado refiriendo al hermano Tomás.  Ciertamente el hermano Tomás es un hombre santo.  Todos saben que Tomás es un ser luminoso.   Con seguridad, el rabino no podría referirse al hermano Gabriel!.   Gabriel se pone fastidioso a veces.   Pero si uno lo piensa, aun cuando es una espina en las costillas de la gente, cuando analizas la situación, Gabriel está prácticamente siempre en lo correcto.   A menudo muy en lo correcto.   Tal vez el rabino sí se refería al hermano Gabriel.  Pero no al hermano Felipe.  Felipe es tan pasivo, un verdadero don Nadie.   Pero en verdad, en forma casi misteriosa, Felipe tiene la cualidad de estar siempre donde se lo necesita.   Como por arte de magia, aparece a tu lado.   Tal vez Felipe sea el Mesías.  Por supuesto, el rabino no se refería a mí.  El no podría haberse referido a mí.  Yo soy sólo una persona ordinaria.  Aún así, suponiendo que él se refería a mí, entonces, ¿yo seré el Mesías?  Oh  Dios, no, no yo.  Yo no podría significar tanto para Ti, ¿o sí podría …..?”.

Mientras reflexionaban de esta manera, los viejos monjes empezaron a tratarse con un respeto extraordinario, pensando en la lejana probabilidad de que alguno de ellos pudiera ser el Mesías.  Y en la lejanísima probabilidad de que cada monje pudiera ser el Mesías, empezaron a tratarse a sí mismos con el mismo auto – respeto extraordinario.

Como el bosque en el que estaba situado el monasterio era hermoso, la gente iba ocasionalmente a visitar el lugar para almorzar al aire libre, para vagar por los senderos, incluso para entrar a veces a meditar en la decrépita capilla.  Mientras lo hacían, sin siquiera tomar conciencia de ello, los visitantes experimentaban esa aura de respeto extraordinario que empezó a rodear a los cinco monjes y que parecía irradiar desde ellos e impregnar la atmósfera del lugar.   Había algo extrañamente atrayente, casi irresistible en esa aura.   Sin saber por qué, la gente empezó a volver al monasterio con más frecuencia, fuera para pasear, para descansar o para rezar.   Empezaron a llevar a sus amigos para mostrarles ese lugar especial.  Y sus amigos llevaron a sus amigos.

Ocurrió entonces que algunos de los jóvenes que iban a visitar al monasterio empezaron a conversar más y más  con los ancianos monjes.  Después de un tiempo, uno preguntó si podía unírseles.  Luego otro.  Y otro. Así, en unos pocos años el monasterio albergaba nuevamente a una orden floreciente y, gracias al regalo del rabino, se había convertido en un vibrante centro de luz y espiritualidad en la región.

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Este cuento nos muestra la importancia de ver en los demás y en nosotros mismos lo mejor de cada quien, y con eso en mente tratarnos unos a otros.

Si todos nos enfocamos más en lo positivo de las personas nos daremos cuenta de que todos somos seres valiosos aunque seamos diferentes.

Todos pueden llegar a ser más si les damos la oportunidad y crear ese círculo virtuoso que nos beneficie a todos.

 

Saludos!

 

 

«Es que…»

Publicado: el miércoles 12 de marzo de 2014 | Por: Francisco

“Es que…” puede convertirse en el inicio de una frase muy útil y peligrosa a la vez. Le podemos agregar diferentes terminaciones a esta frase pero por lo general el objetivo es siempre el mismo: Desviar nuestra responsabilidad. En muchas ocasiones nos va a sacar de un apuro o nos evitará una llamada de atención o regaño, pero el problema está en que no resuelve nada, y peor aún, cuando la usamos para respondernos a nosotros mismos nada más nos estamos auto-engañando.

En su libro los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey explica el concepto de la Proactividad y se refiere a hacernos responsables de nuestras acciones (o inacciones?) y sus consecuencias. En la medida que culpamos a los demás, a las circunstancias o al entorno de lo que nos sucede nos convertimos en víctimas. En la medida que nos hacemos responsables, nos convertimos en protagonistas de nuestra propia película. A fin de cuentas, si no nos vemos como parte del problema, difícilmente nos veremos como parte de la solución.

Esto aplica tanto a título personal como organizacional.

Pongamos el ejemplo en una empresa. Imaginemos que el director general de una empresa con malos resultados culpe a la competencia, a los clientes, al gobierno, o peor aún, que culpe a su propio equipo de trabajo de sus resultados? Difícilmente se resolverán las situaciones que tienen a la empresa en problemas. Además, el mensaje que transmitirá a su equipo será de que se vale “lavarse las manos” echando culpas y que esto es suficiente, no necesariamente encontrar soluciones. De esta forma ventas puede acusar a manufactura, manufactura a compras, compras a pagos, pagos a cuentas por cobrar y así sucesivamente. Esto creará una espiral que llevará a la empresa al fracaso mientras no se ataquen los problemas de frente y se busquen soluciones y sobre todo que cada quien se haga responsable de la parte que le toca. Y en su caso, si el equipo no está haciendo su trabajo, qué no es responsabilidad del director contratarlo, desarrollarlo, supervisarlo, etc.???

Ahora en el plano personal: “No me alcanza el dinero y tengo que trabajar muchas horas cada día. Lo que pasa es que mi jefe abusa de mi buena disposición y no me recompensa como merezco. Y no cambio de trabajo porque la situación está muy difícil, además de que no tengo tiempo libre para buscar. Además como lo único que sé hacer es lo que estoy haciendo actualmente, sería muy difícil que me contraten en otra parte. Lo peor es que no tengo tampoco ni tiempo ni dinero para prepararme y aprender otras funciones. Además, mis compañeros de trabajo siempre se llevan todo el crédito de muchas cosas que yo hago. Y por otra parte mi novi@ siempre me hace gastar mucho”… etc. etc. etc.

Nada de lo que le pasa a esta persona es su culpa. No hay ninguna decisión que pueda tomar para cambiar su situación. Está inconforme pero no hace nada para cambiarlo. Por qué? Por que como él/ella no es el problema… esperará que la solución se dé allá afuera.

Tenemos que estar conscientes de que buscar culpables no es el objetivo que se busca ante un problema. La solución del problema es el objetivo. Echar culpas no resuelve nada. Ni en una organización ni en nuestra vida personal.

A fin de cuentas siempre hay alguien con poder de decisión y con la responsabilidad de tomar las decisiones y llevar a cabo las acciones que sean necesarias para el logro de los objetivos. Quién crees que sea?

A fin de cuentas:

Quieres lo mejor? Quieres lograr tus objetivos?

O nada más quieres NO ser el culpable?

Si no estás dispuesto a ver de frente los problemas, difícilmente verás de frente los éxitos.

 

Saludos!

Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial

 

 

 

 

Francisco Javier Duarte R.

Coach/Consultor

Con 11 años de experiencia a nivel gerencial en un grupo empresarial regional.
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