Escuchar: Un trabajo que requiere más que oídos.

Publicado: el lunes 9 de abril de 2012 | Por: Francisco

«Uno de los más grandes regalos que le puedes dar a otra persona, es tu completa atención cuando te habla»

En nuestros artículos anteriores mencionamos la importancia de dar una adecuada retroalimentación a las personas con quienes tratamos. Sin embargo, si queremos tener una comunicación realmente efectiva, un elemento indispensable es que sepamos escuchar. Y por escuchar no debemos referirnos a tener la capacidad de percibir los sonidos que emite la otra persona, sino el captar el mensaje completo que nos está queriendo transmitir.

Incluso, una verdadera escucha no debe limitarse a las palabras pronunciadas sino que debe ir más allá. Hay quienes señalan que las palabras pueden llegar a transmitir solo un 7% del mensaje. El otro 93% es principalmente el lenguaje corporal, la expresión facial de la persona, el tono de la voz y el contexto. Es muy diferente un “Estoy muy feliz” con los hombros caídos, la mirada gacha y en un tono de voz débil que un “Estoy muy Feliz!” con una postura erguida, brillo en los ojos y un tono de voz vivo y animado. Es por esto que debemos trabajar en desarrollar la capacidad de tener una escucha completa si queremos realmente entender lo que nos están diciendo.

En ocasiones podemos tener una escucha superficial en la que solo aparentamos escuchar pero realmente no estamos enfocados en nuestro interlocutor y en lo que dice. “Te estoy oyendo no te preocupes, prosigue” (mientras respondemos varios e-mails durante esta “conversación”). En otras ocasiones, podemos estar atentos, pero en vez de realmente escuchar estamos pensando mientras escuchamos para aportar nuestras propias opiniones impidiendo que el mensaje se nos transmita completo.

Incluso podemos estar totalmente atentos a lo que nos está diciendo verbalmente nuestro interlocutor, pero no estar nosotros captando el mensaje porque nos enfocamos solo en sus palabras.

La verdadera escucha es aquella en la que pongo atención a tus palabras sin interrumpirte, me enfoco realmente en ti y percibo lo que tus expresiones y tu tono de voz me transmiten. Clarifico cuando es necesario lo que me dices para asegurarme de no captar un mensaje que pueda estar distorsionado. Evito filtrar lo que me dices con mis propias opiniones o prejuicios y evito darte una solución rápida en lugar de escucharte.

Cuántas de nuestras interacciones con otras personas realmente aplicamos una escucha así? En cuántas ocasiones no escuchamos porque estamos simplemente esperando que la otra persona termine de hablar para “entrar en acción”?

La próxima vez que tenga una conversación tenga esto en mente y revise si su escucha fue real y completa. No es fácil lograrla, pero es un elemento que hará que nuestras comunicaciones sean mucho más efectivas.

 

Saludos!

 

Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial

 

 

 

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