El sistema nervioso de la empresa
Publicado: el miércoles 31 de octubre de 2012 | Por: Francisco
“Las organizaciones al igual que las huellas digitales, son siempre singulares”.
Es práctica común en las empresas que se defina un organigrama, se definan los puestos, sus funciones y responsabilidades. Se busca definir el perfil de las personas que deben cubrir los puestos, las líneas de mando y quien debe reportar a quien y con esto ser lo más eficientes y efectivos posible.
Por lo general esto no se da en una empresa de reciente creación, sino que se va dando a medida que ésta crece, y a mayor tamaño las situaciones y los problemas que se presentan se pueden complicar por la falta de organización. Se pueden presentar casos en que nadie se hizo responsable de algo por asumir que alguien más lo haría, o bien que hay dos personas haciendo el mismo trabajo afectando el rendimiento de la empresa o incluso personas haciendo trabajo que si se deja de hacer no pasa absolutamente nada. Y todo esto es bueno y necesario en la mayoría de los casos. Sin embargo, otro elemento que se debe trabajar también y que en ocasiones se pasa por alto es el desarrollar una dinámica o cultura organizacional adecuada.
Pudiéramos decir que el organigrama es el esqueleto o sistema óseo de una organización. Es la base o estructura pero es algo estático. El esqueleto por sí mismo no se mueve, necesita que lo muevan. Una empresa en la que todos saben el qué, el quién y el cómo sin necesidad de consultar un organigrama será mucho más ágil y efectiva.
Esa cultura organizacional por decirlo de alguna manera es la “personalidad” de la empresa, y haciendo uso de la analogía del esqueleto y el organigrama, la cultura organizacional podríamos decir que es el sistema nervioso de la misma. Esta cultura no necesita verse en un póster colgando de una pared ni constar en un manual de procedimientos. Es algo que debe ser más profundo y debe estar arraigado en todos los miembros de la organización. Todas las interacciones que se dan, las comunicaciones informales, las anécdotas, las dinámicas de las reuniones, los chistes, el trabajo en equipo espontáneo y varios otros elementos son lo que hacen que la empresa se mueva y reaccione.
Así como en el cuerpo humano, este sistema nervioso es el que hace que los impulsos lleguen a todos los rincones de la organización. Y son esos impulsos los que a fin de cuentas hacen que cada uno de los “órganos” cumplan su función y son mucho más poderosos y efectivos que cualquier memo dando instrucciones o que cualquier línea de mando. Si se requiere continuamente de órdenes escritas para que las cosas sucedan probablemente estamos ante una empresa “sin sistema nervioso”. Un esqueleto con un sistema nervioso deficiente se moverá torpemente.
Trabajar en definir la cultura no es algo que se dé de la noche a la mañana, ni tampoco existe un cultura ideal. Todas las empresas son diferentes y todas van formando su propia cultura con el paso del tiempo, y no todas las culturas son positivas. Puede haber una empresa que a través del tiempo haya cultivado la cultura de hacer lo menos posible o de echar la culpa al vecino. Esto no está en un manual, pero así es como se fue moldeando la gente. En cuestión de cultura organizacional siempre se cosecha lo que se siembra.
Por esto es importante que el líder de la organización vaya dándole forma de acuerdo a lo que espera de la empresa y que promueva y fomente aquellas conductas que ayuden al fortalecimiento de esta cultura organizacional que en muchas ocasiones dice mucho más de una empresa que el mejor de los enunciados de misión que pudieran haber redactado.
Saludos!
Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial