Expectativas que se cumplen
Publicado: el miércoles 5 de septiembre de 2012 | Por: Francisco
“Si no esperas nada de nadie, nunca serás decepcionado” – Plath
-“Niño! Como eres tonto! Ya sabía que no lo ibas a poder hacer!, siempre es lo mismo contigo. No sirves para nada!”
-“Deja de hacer eso! Seguro lo vas a echar a perder!”
-“Eres de lo peor! No sé qué voy a hacer contigo! Eres un dolor de cabeza!”
-“Ya volviste a portarte mal! No tienes remedio!”
-“Cómo que nos sabes? Pues a ver como le haces! No estés molestando!”
-“Este es mi hijo el diablito del que te platiqué que me saca canas, comadre”
Qué podemos esperar de ese niño más adelante?
Cómo esto pudiera ser diferente? Pudiera ser mejor?
Imagina por ejemplo:
-“Hijo, tú eres muy inteligente, seguro que puedes resolverlo”
-“Eres el mejor hijo que pude tener”
-“En realidad eres muy trabajador. Me sorprende todo lo que sabes hacer!”
-“Hijo, me extraña que te portes mal, tú no eres así. Tú eres muy bien portado siempre”
-“Les presento a mi hijo, es muy inteligente, educado y trabajador”
Crees que haya posibilidad de que existan diferencias en sus comportamientos y desempeños futuros?
Tradúcelo por ejemplo a un adulto. En vez de una madre a un hijo, imagina un jefe a un empleado. Qué puedes esperar?
La frase con que inicia este escrito es muy cierta, sin embargo tiene dos caras de la misma moneda. Si lo que buscamos es no ser decepcionados realmente, el no esperar nada es una buena fórmula. Pero la realidad es que por lo general esperamos algo de los demás. Sobre todo de quienes nos importan. Y en estos casos, en muchas ocasiones no solo esperamos algo, sino que esperamos de ellos lo mejor. Por qué? Porque queremos para ellos lo mejor.
Por ejemplo, prefieres no esperar nada de un hijo?
Como directivo, prefieres no esperar nada de tus empleados?
Definitivamente es un camino, pero los resultados obtenidos serán congruentes con tus expectativas.
Peor aún, si en vez de no esperar nada, tus expectativas son negativas, lo más probable es que eso sea lo que obtengas.
La realidad es que si tenemos la responsabilidad de formar a otras personas, no podemos tomar esa ruta, aunque pareciera más cómodo. Sería tan absurdo como decidir no querer para no sufrir.
Existe un concepto llamado profecía autocumplida que creo que tiene bastante aplicación. Lo que esperas de otros muy probablemente será lo que obtendrás. Si desde el primer momento al niño le dices lo bueno, lo inteligente y trabajador que es, lo harás sentir importante y tratará consciente e inconscientemente de cumplir tus expectativas que a su vez se convertirán en sus propias expectativas. Porque él es así qué no?
Lo mismo con un colaborador. Hazle ver lo valioso que es desde el principio y automáticamente se programará de tal forma que no querrá quedarte mal. Si yo soy el “estrella” tengo que responder como tal pensará.
Yo soy de la idea que las expectativas que se tienen y se le transmiten a una persona desde que nace tienen mucho que ver con lo que esa persona realmente llega a ser, o al menos se esfuerza por llegar a ser.
Y más que explicar el concepto lo que busca este artículo es que nos preguntemos: Cómo tratamos a quienes nos rodean? Les hacemos sentir lo importantes y valiosos que son? Responden a este “compromiso”? O simplemente los encasillamos en la mediocridad para luego molestarnos cuando simplemente cumplen con esa expectativa?
Hagamos el experimento. Esperemos lo mejor de las personas con quienes convivimos. Hagámosles saber que esperamos lo mejor porque son los mejores. Quitemos de nuestro vocabulario las frases negativas que los denigran y hacen sentir menos. Los resultados creo que valdrán la pena.
En busca de cumplir las expectativas…
Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial