Tu empleado te cuesta?
Publicado: el domingo 15 de enero de 2012 | Por: Francisco
La atracción, desarrollo y retención de talento es seguramente uno de los principales retos de las empresas actualmente. En tiempos pasados probablemente el jefe podía darse el lujo de perder empleados y reemplazarlos con “otras piezas” ya que él era el que sabía más y conocía más del negocio.
En los tiempos tan cambiantes de hoy, lo que ayer sirvió hoy probablemente ya no. Y el que ayer era un experto hoy puede estar obsoleto. El producto más novedoso de hace tan solo un año, hoy ya es un clásico. Es por esto que el mantener a personas talentosas con capacidad de desarrollarse, adaptarse, aprender continuamente, etc. es indispensable para que una empresa pueda alcanzar el éxito. Y una pregunta que surge normalmente será: Pero no me cuesta mucho retener el talento?
La respuesta dependerá de la situación particular en que se encuentre la empresa y el empleado.
Primero que nada hay que definir lo que determina el VALOR de un empleado. Este debe estar determinado por lo que aporta realmente a la empresa y puede ser que en ocasiones ese valor esté limitado por cuestiones ajenas a su persona. Por ejemplo: Una persona talentosa, preparada con ganas de crecer que se encuentra en un puesto donde se encuentra “sub-aprovechado” está aportando poco valor aunque por causa ajenas a él. Como también puede aportar poco valor alguien que no tiene ni el talento ni las ganas.
Por otra parte, tenemos que tener en mente cual es el COSTO de ese empleado, que son en las erogaciones en que incurrimos por contar con sus servicios. Dar empleo debe ser una inversión. Dar empleo no debe ser “caridad” pero tampoco debe ser tirar dinero.
Si el empleado VALE más de lo que CUESTA es muy probable que ya esté buscando otras opciones de desarrollo y mejora económica, o bien, puede ser que esté entrando en una zona de comfort en que se equilibrará su costo y su valor, perdiendo la empresa el potencial que pudo haber ofrecido. Para evitar esto al empleado se le deberá reconocer económicamente su valor y se le deberá asignar en un puesto donde se encuentre motivado. El valor puede subir o bajar dependiendo de las circunstancias así que hay que promover que ese valor sea lo más alto posible y asignarle un costo comparable.
Ahora bien, si el empleado CUESTA más de lo que VALE muy probablemente existe un problema de asignación de funciones y esté trabajando por debajo de su potencial. Una vez más habría que reasignar responsabilidades. O bien, puede ser que simplemente las funciones asignadas no las desempeña correctamente y no “da el ancho”. Dependiendo de la situación, se tendría que motivar al empleado, asignarle mayor responsabilidad para que su potencial se explote y su valor se equipare a su costo, o en algunos casos donde el costo es mayor que el potencial que el empleado puede aportar, se tendrá que decidir incluso separar al empleado de la empresa.
No es tarea fácil pero es importante buscar que sus colaboradores estén trabajando al máximo de su potencial en beneficio de la empresa, y que este valor que aportan se encuentre bien equilibrado con el costo que representan. Ni más ni menos. No busque ahorrarse uno pesos en un empleado que vale la pena. Ni tampoco premie la mediocridad porque esto se reflejará en sus resultados además de que resulta también desmotivante para los demás iniciando un círculo vicioso.
Qué prefiere? Un empleado talentoso que pide más y que aporta realmente a la empresa? O un empleado sumiso que no se queja de su situación pero que realmente se encuentra en una situación de mediocridad en la que prefiere hacer lo menos posible? Cual de los dos cree que le está costando más?
-Francisco Duarte – Crece Coaching & Consulting Empresarial